HE SALIDO DEL QUIRÓFANO CON MI BRAZO

  • Una alicantina, enferma de cáncer, se somete a una operación pionera que evita la amputación.

El optimismo que irradia Cristina, de 34 años, es igual de infrecuente que el cáncer que le ha obligado a estar durmiendo durante dos meses sentada, sin poder reclinarse, debido al dolor tan insoportable que le producía estar acostada. El pronóstico inicial del tumor maligno de huesos contra el que está luchando era desesperanzador y todo señalaba que le tendrían que amputar el brazo izquierdo debido a su extensión. «A mi no me lo dijeron así, me enteré luego que hubiera podido perderlo».

Hace un mes que Cristina ha superado una intervención pionera y compleja en la Comunitat, donde le quitaron el hombro y la escápula, veinte centímetros del húmero y los dos tercios externos de la clavícula. La intervención fue realizada por la Unidad de Tumores Musculoesqueléticos del Hospital de San Juan, -de referencia en la provincia-, participó un cirujano vascular del Hospital General de Alicante y se desplazaron técnicos de la casa comercial de Barcelona que llevan los implantes por si en algún momento se necesitaba apoyo. «Solo sé que he salido del quirófano con mi brazo», comenta Cristina. Fue nueve horas después. El tiempo que duró la intervención.

Desde hace dos semanas, esta alicantina, madre de un niño de casi dos años, está en rehabilitación. Es duro, pero no pierde la sonrisa. Auxiliar de enfermería, tiene claro que no podrá volver a su trabajo.

«Me dolía mucho el hombro y pensé que era por cargar con enfermos. Fui a la mutua y me hicieron una radiografía, pero no vieron nada y me dijeron que era una tendinitis».

Volvió a su casa y el dolor no remitía. En el Hospital de Alicante le dieron el diagnóstico. «Ha sido todo muy rápido. Me hicieron en la Fe una reserva ovárica debido a mi edad y ante la posibilidad de tener más hijos, y empecé con la quimioterapia, que han sido cuatro ciclos». Asumió la enfermedad con la mayor de las esperanzas. Con fuerzas para luchar, fue remitida a San Juan, y sus médicos no se cansan de destacar ese aliento que nunca pierde. El doctor Rafael Alcalá-Santaella, responsable de la unidad, reconoce que su tumor 

«era de muy mal pronóstico inicial porque estaba en un sitio muy difícil de quitar y, además, era muy grande».

En un primer momento decidieron no darle esperanzas porque podía perder no solo el brazo sino también parte de la cintura escapular, es decir, de la parte de arriba donde se sujeta el hombro, que es la escápula. Sin embargo, la buena respuesta de la quimioterapia permitió hacer la operación en conjunto de las tres partes implantando artificialmente la escápula, el hombro y un trozo de húmero de 20 centímetros.

«La cirugía fue muy bien, pudimos quitar en bloque toda la lesión sin llegar prácticamente a ver el tumor, que es de lo que se trata», resalta el Doctor Alcalá

, quien insiste en la importancia de contar con un equipo especializado y experimentado, y con la colaboración del cirujano vascular, el doctor Alberto Limiñana.

Los implantes que le han introducido -según explica- «son unos sistemas mecánicamente concebido para que el hombro tenga una mínima movilidad con la menor cantidad de músculos posible. El hombro queda invertido e inverso, es decir, el hombro es una bola que encaja en una cavidad y esto es al revés. Se pone la escápula con una bola, el hombro tiene forma de cavidad y encaja». Y añade que aunque la movilidad de la paciente será limitada, y no podrá coger peso fuerte, será autosuficiente.

Cristina, sin perder el sentido del humor pese a que tendrá que volver a someterse a quimioterapia por seguridad, comenta que lo que más lamenta es que ya no podrá ponerse vestidos palabra de honor que «tan bien me quedan» debido a la deformidad que se visualiza. «Han sido unos meses muy intensos, pero tengo mi brazo y podré valerme por mí misma».

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